La importancia de cuidar nuestra salud mental

Si cuidamos tanto nuestro cuerpo ¿por qué no nuestra mente?

Adolescentes y jóvenes son población de riesgo en el ámbito de la salud mental ¿por qué son vulnerables?

Los problemas de salud mental explican un 16% de la carga mundial de morbilidad y lesiones en las personas de entre 10 y 19 años. Es destacable que la mitad de los trastornos mentales en la edad adulta comienzan antes de los 14 años. 

Los jóvenes están en mayor riesgo dado que presentan factores de vulnerabilidad psicosocial como la baja tolerancia a la frustración, la impulsividad, la depresión y la falta de recursos psicológicos para manejar y solucionar problemas. Debemos educarlos para que tomen conciencia de que la vida, en ocasiones, conlleva dolor y malestar.

Los factores de riesgo son potencialmente prevenibles con una identificación temprana y un tratamiento adecuado. Algunos de los indicadores observables  en adolescentes y jóvenes son: 

  • Cambios en los hábitos de sueño y alimentarios.
  • Retraimiento de las amistades, familiares o actividades habituales.
  • Actuaciones violentas, comportamiento rebelde o fugas del hogar.
  • Consumo de drogas o alcohol.
  • Abandono inusual en la apariencia personal.
  • Cambios bruscos de personalidad.
  • Aburrimiento persistente, dificultades de concentración o deterioro en la calidad de las tareas académicas.
  • Quejas frecuentes de dolores físicos como cefaleas, dolor de estómago o fatiga, que suelen estar asociados al estado emocional del joven.
  • Pérdida de interés en sus aficiones o su tiempo libre.
  • Poca tolerancia de los elogios o los premios.
  • Presencia de conductas autolesivas.

Como comunidad educativa debemos estar atentos para tratar de detectar estos factores, pues identificarlos a tiempo ayudará al alumnado a mejorar su calidad de vida.

Hay que poner un gran énfasis en la prevención. Se trata de prestarles un apoyo afectivo incondicional, de acostumbrar a los adolescentes a que pidan ayuda cuando la necesiten y de enseñarles a afrontar emociones y situaciones negativas (porque los adolescentes tienen una tendencia terrible a dramatizar). 

La educación es la herramienta más efectiva para prevenir. 

Algunos de los factores de protección que se deben fomentar son los siguientes:

  • Habilidades sociales y de comunicación.
  • Habilidades para encarar y resolver los problemas. El dolor/sufrimiento forma parte de estar vivos.
  • Capacidad de búsqueda de ayuda y consejo.
  • Receptividad hacia las experiencias y soluciones de otras personas con problemas similares.
  • Buena autoestima. Confianza en uno mismo. Sentirse querido.
  • Actitudes y valores positivos (respeto, solidaridad, cooperación, justicia…)
  • Relación familiar armónica, buena comunicación.
  • Apoyo familiar.
  • Confianza para hablar de temas difíciles con, al menos alguna persona.
  • Sentirse escuchado, sin ser juzgado.
  • Existencia de oportunidades donde puedan llevar a cabo experiencia exitosas.

Hablar en positivo y sin tapujos sobre salud mental beneficia a nuestros jóvenes y a la sociedad en su conjunto.

¡Todos a una con la salud mental!